La relación de Richard Branson con Mallorca viene de lejos. El empresario visitó la isla por primera vez cuando era pequeño junto a sus padres. Allí también abrió el lujoso hotel La Residencia, ubicado en Deià, que vendió en los noventa a la firma Belmond. Fue entonces cuando buscó otra ubicación para un nuevo proyecto y se enamoró de Son Bunyola. Una finca en la Sierra de Tramuntana, que ha tardado más de 20 años en convertir en un encantador hotel de lujo, que desprende la esencia mallorquina y esa clama balear, por los cuatro costados.
Son Bunyola ha abierto sus puertas este verano. Un hotel más de la colección Virgin Limited Edition de Richard Branson. Un exquisito hotel boutique de 26 habitaciones y suites. Ubicado en un entorno natural privilegiado, en la que fuera una finca histórica del siglo XVI de mil trescientos acres. En su restauración se ha cuidado el más mínimo detalles para honrar el patrimonio del edificio, utilizando materiales tradicionales y locales, para que no perdiera su esencia y pudiera conservar todas las características originales.
De esta forma, las dos torres de la casa principal se han conservado, convirtiéndolas en dos Tower Suites, que ofrecen vistas inmejorables del entorno, de sus viñedos y sus montañas. Mientras que lo que fue la antigua presa de oliva se ha convertido en uno de los dos restaurantes con los que cuenta Son Bunyola y la terraza que alberga la piscina.
El restaurante principal, Sa Terrassa, ofrece platos elaborados con ingredientes locales y de temporada, que mayoritariamente se cultivan en los jardines y huertos de la finca. El otro restaurante, Sa Tafona, está pendiente de apertura. Es el que se encuentra en la antigua almazara y ofrecerá a los huéspedes una versión divertida de tapas, solo por las noches.
En la impresionante finca de Son Bunyola, además del hotel, se encuentran tres villas impresionantes con piscina privada climatizada en cada una de ellas. Unas casas ideales para encuentros familiares o con amigos. Se trata de Sa Punta de S’Aguila, Son Balagueret y Sa Terra Rotja. A cuál más especial.
Son Bunyola invita al relax y a la calma. A esa vida tranquila de la isla balear, alejada de la de fiesta. Lo suyo es disfrutar del entorno, de la naturaleza, del silencio. Para ayudarle, cuenta con salas de tratamiento de spa, para un plus de relajación, y de jacuzzi con inigualables vistas al mar. También ofrece clases gratuitas o privadas de yoga y pilates.
Pero, si tanta calma no va consigo, en Son Bunyola hay actividades para todos los gustos, para que esté activo en todo momento. Desde kilómetros de senderos para descubrir a pie o en bicicleta, a pista de tenis, excursiones en kayak por la costa, catas de vinos, clases de pintura o de creación de perfumes, o simplemente explorar la preciosa isla de Mallorca.
Sin duda, un nuevo place to be de Mallorca, que ha sabido mantener la esencia del edificio y de la finca en la que se encuentra, rememorando su historia. Esa esencia mallorquina que transmite sosiego, ese disfrutar de la vida calmada que enamora. No espere fiestas ni jolgorio. Aquí se viene a disfrutar de la naturaleza, de las vistas impresionantes al mar, del no hacer nada o de practicar toda clase de deportes, náuticos o terrestres.
© Imágenes Son Bunyola
MARTA PARAREDA
"Periodista, especializada en Comunicación de Moda. Tras pasar por varios medios de comunicación desembarqué en el sector del lujo y rápidamente me cautivó. Mi mayor logro sería que los lectores disfrutaran tanto leyendo como yo lo hago escribiendo"